Autor: Luzy
Pareja: Jaejoong
Genero: Hetero, Lemon
Extencion: Two shot
Primera parte
Inspire con fuerza.
Era la primera vez que haría algo como eso. Era la primera vez que mi mejor
amiga me había preparado una sorpresa semejante. Y ahora que lo hacía,
simplemente no sabía como reaccionar.
Honestamente, sabía de lo que se trataba, solo que no me
parecía correcto hacerlo dos noches antes de mi boda.
Sin embargo, Mara me convenció con solo dos o tres palabras.
En realidad no hacía falta. Quería ir, quería saber cómo era un club de striptease.
Quería conocer hombres tan calientes que me erizaran la piel de solo echar un
vistazo hacia su cuerpo.
…
“Es tu ultima oportunidad” le había dicho Mara. “Luego
tendrás que conformarte con tu marido”. Ambas rieron con lo último, y la chica
ya estaba convencida. Posiblemente, ésta sería la última noche que podría
disfrutar de unos buenos machos que le menearan las caderas al compás de la
música mientras decenas de mujeres les gritaban obscenidades. Le parecía
gracioso que hubieran mujeres que se excitasen hasta tal punto que gritaban a
los cuatro vientos lo que deseaban, y cómo lo deseaban.
No le parecía imposible, no. Sólo porque a ella nunca le
había pasado. No de esa forma. Simplemente le causaba gracia. Y con gracia, se
refería a curiosidad.
La verdad era que le encantaría encontrar a un hombre así.
Con Yoochun no había sido la gran cosa. Pocas veces se
excitaba con sólo verlo. A decir verdad, tendría que verlo desnudo con su
miembro frotándose contra ella para que por fin sintiera los síntomas de la excitación.
Sin embargo, ése no era el tema para hablar –o pensar- en
ese momento.
La chica subió al coche. Tomó la pequeña tarjeta que Mara le
había dejado en la guantera y leyó la dirección del lugar. Comenzó a conducir
por varias calles y pasó dos semáforos en rojo contados antes de llegar, que no
tomó mas de quince minutos. No había mucho tráfico debido a que era Jueves por
la noche. Madrugada, mas específicamente.
Vestía una falda blanca que no era ni tan exagerada ni
pasaba del todo por desapercibida. Arriba una blusa beige con escote bien
marcado –como solía llevar las pocas veces que salía a bailar- y en los pies
unos tacones altos de color beige, haciendo juego con la falda y la joyería que
llevaba en el cuello y manos. No se arregló demasiado –o eso era lo que creía-,
ya que esa noche sería solo una espectadora de todos los bailes eróticos que la
pondrían tan cachonda como para luego correr a los brazos de Yoochun,
abalanzarse sobre él, y ordenarle que le hiciera el amor hasta sentir que
desfallecía.
Rió ante sus propios pensamientos, y en menos de lo que
esperó, se encontraba en la entrada de “El carpintero feliz”.
No muy decididamente, entró, pagando su correspondiente entrada,
y comenzó a buscar a Mara entre la multitud de muchachas jóvenes que se encontraban
sentadas en las mesas.
No le parecía extraño, era como un bar. Claro, hasta que
aparecieran los muchachotes.
Encontró una mano haciéndole señas, y luego de observar
atentamente el rostro detrás de ésta, caminó rápidamente hacia allí para
encontrarse con su amiga.
—Creí que llegarías tarde. —Mara le sonrió. —Está por
comenzar.
Ella se sentó a su lado, y bebió de la botella de agua que
tría en su bolso. Luego la dejó sobre la mesa.
Luego de unos minutos, las luces bajaron, y música de
suspenso comenzó a sonar fuerte. Todas las chicas comenzaron a gritar como
locas, hasta Mara.
Solo reía a
carcajadas observando como su amiga gritaba como una desquiciada adolescente de
quince años. Aunque por dentro, se moría de ganas de ver a los bombones en
acción.
—Oh por Dios. —exclamó su amiga en cuanto tres hombres
comenzaron a caminar sobre el escenario que se extendía por casi todo el lugar,
teniendo acceso a todas y cada una de las mesas.
Los muchachos, todos muy altos y con físico muy atractivo,
comenzaron a moverse al compás de la música a medida que retiraban de su cuerpo
una pequeña bata con la que se cubrían aquellos pedazos de músculos.
Mara continuaba gritando a cada paso que hacían acercándose
a ellas, ella solo observaba sonriendo, no podía evitar sentir una elevada
atracción hacia ellos.
De pronto, divisó una cuarta figura a través del fino telón
rojo, y finalmente, el hombre se dejó ver, dejando a todas con la boca abierta
de par en par. Incluyendo a la chica.
En especial a ella.
…
Lancé una mirada rápida a todo su cuerpo. Sintí varios
estremecimientos de calor recorrer cada parte del cuerpo, hasta acumularse en
mi entrepierna de una manera que jamás había sentido.
Lo observe más detenidamente, y supe que hasta ese momento,
había desconocido la mayoría de las partes del cuerpo masculino, ese grandioso
ser tenía músculos marcados en lugares que ni siquiera sabía tenían músculos.
Y al subir a su rostro… ¡Por el amor de los dioses!
Su rostro parecía, literalmente, tallado por los mismísimos
ángeles. Poseía una mandíbula perfectamente desarrollada, sus labios eran
delgados , dibujando una sonrisa de lado, que me tentaban a querer devorárselo
en ese mismo momento.
Su nariz, larga y respingada encajaba perfectamente con sus
facciones, y sus ojos azabaches eran lo mas profundo que había visto en mis
veintiséis años de vida.
De su cabeza colgaban unos largos & oscuros mechones y
pronunciados, invitaban a hundir sus manos en ellos mientras lo besaba
desenfrenadamente.
Me excité con el solo hecho de observar su cuerpo al compás
de la música, moviendo sus caderas y haciendo movimientos que hacían que su
trasero duro se marcara en el bóxer apretadísimo que llevaba puesto.
Gracias al cielo, pensé. Si veía una parte mas de su cuerpo
creo que simplemente moriría de lujuria.
Ojalá no hubiera sido algo más que eso, pero sí.
Ese joven había despertado curiosidad en mi. En ese momento
lo deseaba, lo deseaba más que a nada en el mundo.
En cuanto el stripper comenzó a acercarse a mi -a nosotras- sintí una descarga eléctrica
que me hizo vibrar en el asiento, haciéndome excitar aún mas
por el hecho de que mis ojos se encontraran con los suyos.
Disfrute de unas piezas mas de baile, y esperando a que se
deshiciera de su bóxer, me quede sentada, observándolo fijamente.
Aunque no lo había notado, él la miraba penetrantemente
cuando la descubrió observándolo.
…
Le había agarrado curiosidad, por no decir excitación, por
esa mujer misteriosa que lo observaba con esos ojos de lobo a punto de atacar a
su presa, y eso hizo que su miembro ascendiera lentamente, casi sin que lo
notara.
Empezó a sentir los síntomas de la excitación que sentía;
empezó a sudar, y su cuerpo comenzó a calentarse de manera anormal.
No le sacaba los ojos de encima, y eso lo estaba matando.
—¡Vamos, Jaejoongie!— gritó una de las babosas que
disfrutaban del show, quitándolo de sus pensamientos.
—¡Así se hace! —continuó, incitándolo a que siguiera con el
sensual baile.
Él no dudo en acercarse a las mujeres, para que pudieran
apreciar mejor sus técnicas, ya que, por eso le pagaban.
Ella creyó que explotaría. “Jaejoong”, repitió en su mente.
Menudo nombre para tal hombre.
Su respiración se volvió agitada en cuanto se dio cuenta que
Jaejoong amagaba para quitarse la única prenda que traía, maldecida por la
mayoría de las mujeres del lugar.
La verdad era que Jaejoong estaba más excitado de lo que
pensaba, y lo supo al escuchar a las mujeres enloquecer bajo sus pies, cuando
observó el gran bulto que se escondía bajo sus bóxers.
La música fue aumentando su volumen, y él aun seguía con ese
problema en su entrepierna. Cada vez que miraba hacia donde ella estaba, con
las piernas cruzadas, sus pechos casi al aire con ese escote, y la mirada fija
y profunda en él, sentía que toda la sangre de su cuerpo se acumulaba en su
miembro.
Decidió terminar con el problema, y se acercó sutilmente a
ella, quien al verlo a corta distancia, abrió los ojos como platos.
Él comenzó a mover su pelvis demasiado cerca de su cara,
mientras todas las demás mujeres –incluida Mara- gritaban desaforadamente por
la escena que contemplaban.
Jaejoong entrecerró los ojos satisfecho, al saber que la
estaba torturando como ella lo hacía con él.
“Que empiece el juego” pensó para sus adentros. La miró a
los ojos, y pudo ver una llama que los atravesaba, pudo saber cuanto lo
deseaba. Y eso lo único que logró fue excitarlo aun mas. Sabía que al final de
la noche ella caería a sus pies.
Pero aún así, no lo entendía. ¿Qué tenía esa mujer que lo
ponía duro como el mármol con solo una mirada? Había empezado a trabajar de
stripper tres años atrás, y jamás le había pasado cosa semejante.
Claro que, cuando las situaciones se presentaban, se
excitaba con algunas de las que iban allí, pero era luego de llevarlas a su
casa, y de estar devorándoselas en su cama.
Desear a alguien que ni conocía de esa manera lo hizo
asustar. Se sentía como un adolescente ante su primer mujer desnuda.
Suspiró. Esa chica iba a ser suya. Por lo menos esa noche.
Luego de alejarse nuevamente para terminar con el esquema,
la música terminó, las luces bajaron, y los hombres salieron de escena,
seguidos de gritos de decenas de mujeres excitadas –que parecían gritos de
miles-.
La chica bebió agua alocadamente. Debía apagar el fuego que
se había prendido en ella desde que había cruzado miradas con el tal Jaejoong.
Se sintió mal, por desear de tal manera a un hombre que no
era su esposo, en la víspera de su boda.
Mara la miró agitada y preocupada.
—¿Te encuentras bien? —dijo casi gritando a causa del
murmullo que se había formado en el lugar.
—Sí. Al igual que tú. —rieron acaloradas, y pidieron un
Fernet en cuanto el mozo las atendió.
Luego de unos minutos, Mara comenzó a inquietarse, y le
informó que daría un paseo por el baño del lugar.
La chica se sintió avergonzada del hormiguero interminable
que se había formado entre sus piernas, pero al dar un vistazo alrededor, se
consoló pensando que no era la única.
Y todo por ese personaje incógnito que había posado sus
caderas cerca de su rostro minutos atrás. Deseo por una vez nunca haber
decidido casarse, no sin haber conocido a ese magnífico espécimen de la raza
humana.
Decidió levantarse de su silla para ir a ver a Mara, que ya
se estaba tardando demasiado. Y aprovecharía para darle un retoque a su
maquillaje –si es que aún le quedaba-.
Pero algo la detuvo. Y ese algo eran dos manos calientes que
la tomaron de la cintura, por detrás, haciéndola estremecer. Un perfume varonil
y muy fuerte inundó sus fosas nasales. Cerró los ojos. “Lo que me faltaba”,
pensó.
Segundos mas tarde, su trasero se endureció instantáneamente
al sentir rozar un bulto anormal apoyándose contra éste, y no era un bulto
cualquiera. Era de un hombre, “un hombre grande”, pensó.
Su excitación aumentó al pasársele por la mente la sola
fantasía de que ese alguien fuera uno de los strippers. De que ese alguien,
fuese Jaejoong.
La mano que antes tomaba su cintura, ascendió sobre su brazo
hasta llegar a su hombro descubierto, y lo acarició suavemente. La descarga
eléctrica que ocurrió en el cuerpo de ella le hizo pensar que perdería la
razón.
—Perfecta. —susurró una voz aún mas varonil de lo que
pensaba, con su aliento caliente rodeando la superficie de sus oídos. Se
estremeció. —Lo único que te faltaba para ser perfecta para mi era tu aroma. Y
has pasado la prueba.
Sintió unos besos
húmedos y cálidos recorrer su cuello. Jadeó descontroladamente por las
sensaciones prohibidas que estaba sintiendo, y deseó sentir esos labios sobre
los suyos.
Se dio la vuelta sutilmente, y observó esos ojos que había
observado desde lejos, con una mirada profunda y llena de lujuria.
La mirada de Jaejoong.
No hizo falta que hablaran más de lo necesario. Jaejoong la
capturó entre sus labios, a ella le fallaron las piernas. Cayó lentamente,
provocando que Jaejoong la atrajera a su cuerpo apretándola contra él.
La chica se aferró al magnifico pecho que tenía en frente y
lo masajeó suavemente mientras se encargaba de que su lengua recorriera cada
parte de su boca.
Jaejoong se sintió mas excitado que nunca en la vida con el
sabor de esa mujer que lo hizo perder la cabeza. Quería tomarla, excitarla
hasta el borde, jugar con ella, excitarla nuevamente, y lograr que llegara al
éxtasis mas genial de su vida. Y repetirlo cuantas veces fuese posible.
Tenía el deseo de hacerla suya, desde el momento en que su
dulce e inocente mirada se posó sobre la suya.
“No tiene nada de inocente si viene a un club de éstos”,
pensó riendo por dentro, no tenía claro si era por la ironía, por el calor que
lo consumía por dentro, o por el deseo que le causaba esa mujer.
No lo dudó, y la arrastró consigo sin soltar sus labios,
caminando rápidamente hacia atrás del escenario.
…
Ya no pensaba. En ese momento no estaba siendo yo misma.
Quise consolarme por el hecho de estar haciendo algo realmente malo para el
futuro matrimonio.
“Aun no me caso, y ya ando metiendo cuernos”. Me regañe a mí
misma.
Sin embargo, la culpabilidad duró poco tiempo en mi mente,
ya que los besos de Jaejoong me habían transportado al paraíso, y él me había
transportado a una habitación totalmente desconocida. ¿En qué momento llegue
aquí?
—¿Dónde estamos? —pregunte soltando a Jae para tomar un poco
de aire.
—En mi camarín. Descuida, no salimos del club. —dijo
susurrando agitadamente.
Me volvió a tomar de la cintura, y esta vez aproveche para enredar las piernas en sus
caderas, formando una llave alrededor de éstas.
Jaejoong tomó de mi trasero en sus manos y lo apretó contra
su evidente erección. Suspire, creyendo que explotaría de excitación.
Lentamente, me transporto hacia una suave y grande cama,
donde me acostó debajo de él, y ahí fue cuando las cosas se pusieron calientes.
Me solte unos segundos, y lo mire mordiéndome el labio
inferior. Maldije en su mente.
Estaba vestido.
—Te ves muchísimo mejor sin ropa. —susurre con voz
arrastrada, y las mejillas sonrojadas.
Jaejoong me miró y note como algo ahí abajo se agrandaba.
—Pues a mi me encantaría verte a ti sin ropa.
Dicho esto, comenzó a besarme el cuello con desesperación.
Su mano recorrió toda la extensión de mi pierna y se detuvo a masajear mi
trasero con lentitud.
…
A Jaejoong le encantaba sentir como ella se estremecía
debajo de él con sus caricias. Sentía lo excitada que estaba. Los pezones duros de la chica sobresaltaban de
su blusa como botones y se restregaban en el duro pecho de Jaejoong, quien cada
vez tenía la respiración mas agitada, y su miembros se endurecía con cada contacto
de su piel con la de ella.
Unos segundos, y descubrió que no traía puesto sostén, ya
que al sacarle la blusa sus pechos quedaron al aire.
Ella observó detenidamente hacia el rostro de Jaejoong.
Estaba ardiendo en llamas, y lo sabía por la expresión que traía. Sus mejillas
sonrojadas, su respiración agitada, y el gran bulto que se escondía bajo los
pantalones que llevaba puestos.
Jaejoong sonrió pícaramente, y su siguiente paso fue tomar
la hebilla del cinturón que lo
sostenía, y sacarlo de su lugar con rapidez. Segundos
después, lo que estuvo fuera de su anatomía fue su camiseta pegada a su cuerpo.
Y su pantalón segundos después.
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